En un mundo de caracteristicas tan reciprocas como este en el que nos toca vivir, todo lo que va vuelve y cada uno da lo que recibe (sobre todo en relaciones homosexuales).
Entonces...
el aire huele a laberinto
al principio de un desarrollo previamente anunciado
a silencios escondidos en umbrales de sábanas húmedas
a noches de tibieza abismal
donde se desencuentran las marañas
y se agolpan las afluencias
donde se ventilan temores
y se respiran instrumentos de
decisión.
Entonces.
¿por qué sumergir a las deidades tártricas
en siluetas tan reprimidas/
faenas tan inmortales/ sales?
¿o en el olor a madrugadas rastreras/
en la carne abrumando las pupilas/
en el cielo quemando la garganta/
los labios lamiendo un paladar/ en las canaletas del alma
de quien se sabe repentinamente cautivado/
en la dignidad del nadie que se retuerce
apretando la inocua curiosidad
de una única pregunta:
Por qué yo?
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