La señora Smithson, de Londres (estas historias siempre ocurren entre ingleses), resolvió matar a su marido, no por nada sino porque estaba harta de él después de cincuenta años de matrimonio. Se lo dijo:- Thaddeus, voy a matarte.- Bromeas, Euphemia -se rió el infeliz.- ¿Cuándo he bromeado yo?- Nunca, es verdad.- ¿Por qué habría de bromear ahora y justamente en un asunto tan serio?- ¿Y cómo me matarás? - siguió riendo Thaddeus Smithson.-Todavía no lo sé. Quizá poniéndote todos los días una pequeña dosis de arsénico en la comida. Quizás aflojando una pieza en el motor del automóvil. O te haré rodar por la escalera, aprovecharé cuando estés dormido para aplastarte el cráneo con un candelabro de plata, conectaré a la bañera un cable de electricidad. Ya veremos.El señor Smithson comprendió que su mujer no bromeaba. Perdió el sueño y el apetito. Enfermó del corazón, del sistema nervioso y de la cabeza.
Seis meses después falleció.
Euphemia Smithson, que era una mujer piadosa, le agradeció a Dios haberla librado de ser una asesina.
no sé si sabés, pero adoro a Marco Denevi
Friday, August 21, 2009
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