La noche en que terminó la guerra no durmió nadie,
ni dejó de llover ni se apagaron las radios.
Porque lo que sobró ya pudo imaginarse.
Quedaron los restos, los rastros y los manojos.
Quedó la huella de barro y el polvo en el aire,
las botas pesadas sin cordones,
el cinto amarrado a un tronco.
Lo que sobró fue vendido al mejor postor,
lo que ya no se fue al otro lado.
Y eso
todo ese espacio grandote y redondo,
eso
ya no pudo llenarse
ni de agua, ni de sangre.
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2 comments:
Y vos no volviste a escribir?
Noup
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