En los últimos días me despedí de tres enormes partes de mi vida. Y para los que no creemos en las casualidades sino en la apariencia de casualidades, esto no puede ser coincidencia. El complejo proceso que empezó en 2010, que se intensificó en 2011, que se transformó en 2012, que se desajustó y renovó en 2013 finalmente concluyó en 2014. Basta. Fin. Punto. Porque al cierre y clausura de toda esperanza a futuro, al menos en cuanto a Flores respecta, se le sumó la muerte de Wanda, que fue compañía en buena parte de este proceso. Y, casi como abriendo esa ventana de la que hablan los que dicen que "cuando Dios cierra una puerta..." y todo eso, llegó mi nuevo pasaporte, que reemplaza a aquel que me acompañara a cruzar casi 30 países.
Tengo un pasaporte nuevo, tengo un destino abierto, tengo un futuro enorme. There's a wide open road.
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