Ver Gizah, tomar vodka en la Plaza Roja, deambular por el museo del Cairo, cruzar el sur estadounidense escuchando Creedence. Y ahora, como en el horizonte, asoma la extraordinaria posibilidad de cumplir un sueño que tengo desde muy
chico: Petra. Quién te dice. Quizás, quizás, quizás.
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