Friday, July 30, 2010

Yema

Después de horas los dedos no dejaron de sangrarle.

Tuesday, July 27, 2010

Un lindo asunto de amor

Cuando se cerró la puerta, me levanté y fui al cagadero y me senté allí y meé y cagué, allí sentado, en Nueva Orleans, lejos de casa, de donde estuviese mi casa, y luego vi una araña sentada en una tela en el rincón, mirándome. Aquella araña llevaba allí mucho tiempo, me di cuenta, mucho más tiempo que yo. Primero pensé en matarla. Pero era tan gorda y tan fea y parecía tan feliz, parecía la propietaria del local. Tendría que esperar un tiempo, hasta que fuese oportuno. Me levanté, me limpié el culo y tiré de la cadena. Cuando salía del cagadero, la araña me guiñó un ojo.

Charles Bukowski

Las Hienas

Es cosa de un segundo. Lo sé. Primero que nada pica. Es como un ardor. De esta distancia no se escapa nadie. Un solo agujero es suficiente. Mil truenos retumban en el pasillito. ¿Cómo supieron? Me gustaría saberlo. Un millón de alfileres en mis ojos...

Ya nunca más
le cantarás al sol.

Enrique Medina

más deseo que certeza

De seguro lo he visto. más de lejos que de cerca

Sunday, July 25, 2010

No fue la última noche. pero quién saca el aroma a despedida.

Saturday, July 24, 2010

Una gran idea me pasea. y sospecho que al escribirla habré cometido plagio.

Hoy

Hoy me levanté, aunque no podré demostrarlo.

Thursday, July 22, 2010

En ciertos oasis el desierto es sólo un espejismo.

Benedetti

Sunday, July 18, 2010

Encontrar


Adentro de una edición de 1975 de Las Hienas de Enrique Medina (lo que estoy leyendo) encontré, a modo de señalador, un boleto de colectivo de la línea 6 con destino a Pompeya y valor 2.800 Australes. Serie 36, número 45006.

Tuesday, July 6, 2010

Pelis

Después de un post tan melanco, hoy venía pensando en otra cosa.
Cuando era chico (digamos entre 4 y 8) mis películas preferidas eran:


An American Tail:
Spielberg a la enésima potencia, de más grande me gustó mucho más sobre todo porque entendí de qué se trataba. Mis hermanos entraron a su fiesta de 15 con la canción. Preciosa, una genialidad como pocas.


Edward Scissorhand:
Ignoro por qué me gustaba tanto, pero simplemente la adoraba. A lo mejor eran los contrastes o la creatividad de las tijeras por manos. Hoy me parece más profundo que nunca.



Indiana Jones and The Last Crusade:
De chico quería ser arqueólogo, entre otras razones, por esta película. Ya no me gusta tanto pero la música se me hace como épica. Y todavía sueño con ir a Petra.


Back to the Future:
Gloriosa, Star Wars no le llega a los talones.
De chico me gustaba más la 3, hoy la 2 me parece por lejos la mejor.



The Nightmare Before Christmas:
Probablemente de las películas más creativas de la historia, por guión, estética, funcionamiento, música. Mi romance con Burton comenzó allá lejos y hace tiempo.



The Lion King:
La única película que tuve de Disney en VHS original, tenía remera, cassette (!!), de todo. Ahora le tengo un poco de bronca por motivos que no tienen que ver con la película. Me acuerdo que en BIC Channel pasaban la versión de Elton John todo el tiempo.


James & the Giant Peach:
Película de Disney que por falta de marketing (no tenía jugetitos de cajita feliz) quedó perdidisíma en el tiempo. Pero que buena que es! Un durazno gigante cruzando el atlántico con bichos de todos los colores para enfrentarse al rinoceronte que representa al universo burtoniano en pleno.

y de bonus track un documental

El Enigma de las Pirámides:
Por razones extrañas de familia, tenía acceso ilimitado a la revista Muy Interesante (que publicaba García Ferré). Me encantaba. Desde los 6 años soy enfermo de la historia egipcia y es el tema que ocupa más espacio en mi biblioteca. El VHS todavía debe estar tirado por ahí.

Thursday, July 1, 2010

Blue Eyes

Hoy me pasó algo extraordinario, en el sentido más literal de la palabra: algo fuera de lo común, esas cosas que rompen no rutinas sino equilibrios. Hoy vi a mi hermana llorar. Llorar de angustia, de rencor, de impotencia. De bronca, digamos. Y es cierto que no son muchas las veces que la vi llorar, o tal vez sí, tal vez hayan sido muchas las veces que vi llorar a cualquiera de mis hermanos pero como hijo menor probablemente no recuerde muchas. Nunca supe qué hacer cuando alguien cercano llora, nunca supe qué decir, será porque a mí no me gusta que me hablen cuando lloro. O será que nunca lloré demasiado. Este año fueron dos veces, las dos en el mismo país: una por angustia, rencor, impotencia (y que la sangre es espesa), la otra solo, en la cocina de un hostel segundos después de que mi hermano me llamara con la voz quebrada anunciando que había nacido su hijo. Y tristeza, ni hablar, por lo menos hace cuatro o cinco años que podrían ser cientos o miles. ¿Tanto tiempo pasó? Mentiría si dijera que siempre creí, sin meterme en conclusiones teológicas, en que "cuando dios cierra una puerta abre una ventana", pero muchas lágrimas me hacen acordar a eso. Las mías, las ajenas, las tuyas, las nuestras. Mentiría si dijera que una de las imágenes más desesperanzadoras que vi en mi vida me hizo quebrar con lágrimas. Emiliano salía con el rostro oscuro de ceniza y demasiados cortes de un edificio que había estado ardiendo todo el día, un edificio de varias vidas y generaciones. Mentiría si dijera que no quebrar es honor o valentía, es sino de el más vil de los cobardes. Siempre fui uno. Y que no hablen de desesperanzas cuando no han visto al amor de la vida correr descalza por la calle. Será a lo mejor porque nunca supe qué hacer en momentos difíciles, será porque ni escribir me sale, será que el orgullo suele ser más fuerte que la pena. A Luciano lo vi una vez llorar, y estoy seguro que fue por orgullo, que su orgullo herido no le permitió darse cuenta a tiempo de un error. Mi mamá es de las personas más lloronas que conozco, hace un tiempo la vi llorar por mí: un día en el que una pelea en la escalera me dejó un corte profundo en el codo. No sabía si me odiaba o me quería demasiado. No creo haber visto nunca en mi vida a mi papá llorar, ni siquiera cuando murió mi abuelo o mi tía. Hoy, a la distancia, pienso que nadie lloró en los dos velorios. Se me viene una imagen que no quisiera borrar en mucho tiempo, en un pasillo: y que si esa noche me hubiera ido con Cande jamás hubiera conocido a Luisina, una de las personas que por lugar y tiempo me marcó más que cualquier cicatriz en el codo. Nunca se lo agradecí suficiente. Mentiría si dijera que siempre creí, sin meterme en conclusiones teológicas, en que "cuando dios cierra una puerta abre una ventana". Casi nunca digo la verdad, no sé por qué, pero a veces toca. Pensaba en cómo todo lo que sos te lleva a donde estás, esa mochila que no es peso pero es carga. Pensaba en Anna y en Camila, en Dani y en Sue. Pensaba en las aves de paso que curan fracasos. Pensaba en el hombro de Agus que hoy parece tan lejano. Pensaba en las pruebas fallidas, en los errores, en las palabras nunca dichas, en los demasiado tarde, en los nunca jamás, en los qué hubiera pasado, en el ya no ser. Pensaba en mi hermana llorando, golpeando el volante del auto con un desconsuelo enorme, en Lauti en el asiento de atrás que, como buen bebé, entiende, o intuye. Pensaba en mí, en la verdad de las cosas que siempre es tan relativa. Que las ventanas o las puertas no están construidas, o que son pasillos (¿de Cande y Lui?). Me acordaba de Sebastián que golpea las paredes con puños o cabeza ¿y no seremos parecidos? Uno de mis primeros personajes se llamaba Sebastián: iba a tener un hijo con la hija de un cana xenófobo. Será que nada es casualidad, una vez se lo dije a Flor: si las cosas cambian es porque ya no podían estar como estaban. Será que hay demasiadas mentiras y que la primera vez que dije te amo en voz alta estaba mintiendo descaradamente. A lo mejor siempre fui así y nunca me di cuente o nunca lo pensé y por eso ya no sé como hilar frases sino que me dedico a hacer únicamente listas sin fin. Que no sé terminar proyectos y si los termino se retuercen y les he perdido el cariño. O soy de demasiados horizontes y pocos ahoras. A veces pienso a la noche y nunca llego a conclusiones. Pienso en lo que extraño. Pienso que, a lo mejor, tengo muchas más razones para llorar que mi hermana, pienso en las cosas que debo: unos cuantos pedidos de disculpas, unos cuantos te quiero, demasiados te extraño. Tantas cosas que debí decir y nunca dije, vaya uno a saber por qué. A lo mejor es que siempre fui demasiado pendejo y el paso a la adultez es más raro e intrincado de lo que supuse en un principio. Ya No Sé Qué Pensar.