Monday, March 31, 2014

Creo que nunca en mi vida tuve tanto miedo como ahora. Estoy a punto de saltar al vacío, de arriesgarlo todo por una aventura delirante con gigantescas posibilidades de fracaso. Pero tengo que intentarlo. Y quiero dejar este sentimiento asentado en algún lado, como pare tener una mínima certeza, aunque sea de algo.

Saturday, March 8, 2014

En los últimos días me despedí de tres enormes partes de mi vida. Y para los que no creemos en las casualidades sino en la apariencia de casualidades, esto no puede ser coincidencia. El complejo proceso que empezó en 2010, que se intensificó en 2011, que se transformó en 2012, que se desajustó y renovó en 2013 finalmente concluyó en 2014. Basta. Fin. Punto. Porque al cierre y clausura de toda esperanza a futuro, al menos en cuanto a Flores respecta, se le sumó la muerte de Wanda, que fue compañía en buena parte de este proceso. Y, casi como abriendo esa ventana de la que hablan los que dicen que "cuando Dios cierra una puerta..." y todo eso, llegó mi nuevo pasaporte, que reemplaza a aquel que me acompañara a cruzar casi 30 países.
Tengo un pasaporte nuevo, tengo un destino abierto, tengo un futuro enorme. There's a wide open road.

Monday, March 3, 2014

Este fin de semana murió Wanda. Hacía tiempo que estaba enferma, hacía más tiempo que estaba vieja, probablemente agotada. Creo que, o quiero creer que, murió mientras dormía. Al menos murió en el lugar donde dormía. Quiero creer que murió en paz, que se fue tranquila, vencida por los años de una vida que, aunque disimuladamente, le fue agitada. Porque llegó acá con cinco años, con nombre, con una historia, con un dueño que le peleó al cáncer de pulmón durante muchos años. Me pidieron que la cuide un tiempo, me preguntaron si podía tenerla; y ese tiempo se convirtió en en casi 8 años. En esos 8 años pasó de todo, estuve varios meses fuera de casa, una vez casi la atropellan, se alejó algunas cuadras sola y volvió, caminamos mucho, aprendí a hablarle, aprendí a escucharla, conocí sus dificultades, sus gustos, sus miedos. Entendí su dolor y sus gestos. Me enseñó de paciencia, de cariño, de cómo bancar. Me acompañó en momentos jodidos como nadie más. Supo ser amiga y creo haberle correspondido.
Se fue llevándose consigo su espacio, que siempre será suyo, y dejó unos cuantos huecos en mi casa que tienen que ver con la infinita ausencia de las despedidas. Y es curioso que no haya sido una despedida temprana, porque ya sabíamos que el tiempo era breve y que las diversas enfermedades habían avanzado mucho en los últimos meses. Pero ni toda la anticipación del mundo nos prepara para el vacío en el pecho que crea la incertidumbre del ya no, del nunca más.
Me quedo con su parsimonia, su paz, su estoicismo. Su inmensa paja. Su actitud tan zen. Sus rencores y temores. Sus maneras. Su amor y comprensión. Me llevo casi 8 años de recuerdos. Sus rasguños en mi puerta, sus ladridos a quien sabe qué puntos en la noche, sus ronquidos retumbantes. Me llevo su compasión y su necesidad. Me llevo el honor de haber compartido un instante de existencia con ella. Me guardo la pena de los últimos días, y la certeza de que nos acompañamos por un tiempo, que me fue dada a resguardo, protección y responsabilidad hasta que pudiera devolverla a su legítimo dueño. Desde esta gota en el océano que es internet, mi eterno agradecimiento a la familia Gatti, y en especial a Agus, que me enseñó a quererla.
La enterramos el domingo 2 de marzo, ayer. Hicimos un pozo en el fondo del patio, detrás de unas palmeras. Envolvimos el cuerpo ya duro y pesado en lienzo, y me pareció que correspondía despedir con ella a su correa, y el sonido metálico que la despertaba del más aletargado pero nada extraño sueño. Con ella se va parte de mi resguardo, de mi cobijo, de mi paz y protección. Se lleva mi idea de que cuanto más conozco a los seres humanos más quiero a mi perra. Me deja la gigantesca labor del recomenzar y acostumbrarse al ya no más. Pero también me regala la memoria de 8 años de un cariño que no me sale escribir ni describir y que nunca olvidaré.
Este fin de semana murió Wanda, la mejor perra que pudiera existir. Sólo le deseo un buen viaje, a dónde sea que vaya. Por las dudas, le dejé su correa.